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Después de la Santísima Virgen María, San José es el más grande de los santos. Él es aquel en cuya custodia Dios confió sus tesoros más preciados, Jesús y María, a quienes amó y adoró en grado máximo como fiel padre y esposo.
En la fe católica San José ocupa un lugar único y preeminente de devoción, por encima de todos los santos y los coros angélicos, solo superado por María., denominado Protodulía
Solo él puro y casto José pudo ser digno de la pureza inmaculada de la madre de Dios
La paternidad de José fue mucho más que algo legal. Crio, educó y ejerció su autoridad con el más tierno corazón de padre
Dios quiso que Jesús naciera y se educara en el amor familiar. Dio a José autoridad patriarcal sobre el mismo verbo encarnado y su Santa Madre la cual ejerció con suma humildad.
Sus excelsas virtudes y gracias recibidas, solo superadas por María, espantan y vencen todas las argucias del enemigo.
Asi como cuidó a Jesús y a María hoy lo hace con la multitud de cristianos que conformamos la Iglesia según dispuso el Magisterio
Nada puede rechazarle aquellos, Jesús y María, que tanto se amaron en vida terrenal y tanto lo hacen en la eternidad de los tiempos
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El libro del siglo XIX La vida y las glorias de San José ofrece una breve historia de esta fiesta. El…
«Si los dos discípulos que iban de camino a Emaús fueron inflamados del amor divino por los pocos momentos que pasaron en compañía de Nuestro Salvador y por sus palabras, tanto así que exclamaron: “¿No ardía nuestro corazón mientras nos hablaba por el camino?”, ¡qué llamas de amor santo no deberíamos de suponer que se encendieron en el corazón de San José, quien conversó con Jesucristo y escuchó sus palabras de vida eterna durante treinta años!»
«Jesús mismo, como hombre, experimentó la paternidad de Dios a través de la relación padre-hijo con San José. Este encuentro filial con José alimentó la revelación que Nuestro Señor hizo del nombre paternal de Dios. ¡Qué profundo misterio!»
“Si José no hubiese sido virgen, Dios no le hubiese dado en modo alguno por esposa a la Virgen y esto por una razón muy sencilla: porque si no hubiera sido virgen, hubiera podido atentar contra la virtud de María”
«Los Evangelios describen a San José como un hombre justo. No podría aplicarse a un hombre una mayor alabanza por su virtud, ni atributo más alto por su mérito»
«La grandeza de San José, como la de María, resalta aún más porque su misión se llevó a cabo en la humildad y el escondite de la casa de Nazaret. Además, Dios mismo, en la Persona de su Hijo encarnado, eligió este camino y este estilo —la humildad y el escondite— en su existencia terrena.»
«De tal forma María le pertenecía a José y José a maría que su matrimonio era muy real porque se entregaron el uno al otro, pero ¿Cómo pudieron hacerlo? He allí el triunfo de la pureza: recíprocamente ofrecieron su virginidad además se otorgaron su derecho mutuo ¿Qué derecho? El de salvaguardar la virtud del otro”
“Tanto María como José habían hecho un voto de permanecer vírgenes todos los días de sus vidas y Dios quiso que ellos se unieran con los lazos del matrimonio no porque se hubiesen arrepentido del voto que ya habían hecho, sino para confirmarlos en ese voto y para que se alentaran mutuamente a continuar en su santa relación”
«No estoy de acuerdo con la representación tradicional de que San José era un hombre viejo, por más que haya sido inspirada en querer enfatizar la perpetua virginidad de María. Lo veo como un hombre joven y fuerte, quizás unos años mayor que Nuestra Señora, pero en la plenitud de su vida y trabajo.»
«Tengo un gran amor por San José, porque es un hombre de silencio y fuerza. En mi mesa, tengo una imagen de San José durmiente. ¡Incluso cuando está dormido, está cuidando de la Iglesia! ¡Sí! Sabemos que puede hacer eso. Así que cuando tengo un problema, una dificultad, escribo una pequeña nota y la pongo debajo de San José, ¡para que pueda soñar con ello! En otras palabras, le digo: «¡Oren por este problema!»
«Noble San José, me alegro que Dios te haya hallado digno de realizar tan importante encargo, porque al ser elegido como padre de Jesús, pudiste ver a Aquél cuyas ordenes el cielo y la tierra obedecen sujetándose Él mismo a tu autoridad»
«San José fue el custodio de Jesús y de María, y, naturalmente, tambíen ayuda a que las almas que anhelan unirse más a ellos pudieran hacerlo»
«Amemos a Jesús por sobre todas las cosas. Amemos a María como nuestra Madre, pero también, ¿Cómo podríamos no amar a José que estuvo tan íntimamente unido a ellos? ¿Y cómo podríamos honrarlo de mejor manera que imitando sus virtudes? Ahora bien, ¿qué más hizo durante su vida sino contemplar, estudiar, y adorar a Jesús, incluso en medio de sus labores cotidianas? Vean, pues, a nuestro modelo»
«Conociendo por experiencia propia la increíble influencia que tiene San José con Dios, quisiera persuadirlos a todos de honrarlo con particular devoción. Siempre he visto que aquellos que lo honran de manera especial progresan grandemente en la virtud, porque este protector celestial favorece de una manera sorprendente el avance espiritual de las almas que se encomiendan a él»
Quien y que clase de hombre fue este bendito José, que por su nombre se puede deducir que mereció ser tan honrado que se lo reconoció y llamo por el padre de Dios encarnado. Esto se puede inferir de su propio nombre cuyo significado es «el que hacer crecer»
«La devoción a San José es una de las gracias más selectas que Dios puede darle a un alma, ya que es equiparable a revelar todo el tesoro de las gracias de Nuestro Señor. Cuando Dios quiere elevar a un alma a mayores alturas, la une a San José concediéndole tener un amor mucho más fuerte por esté buen santo»
«San José, con el amor y la generosidad con que guardó a Jesús, así también guardará tu alma, y como lo defendió de Herodes, así defenderá tu alma del Herodes más feroz: ¡el diablo! Todo el cariño que el Patriarca San José tiene por Jesús, lo tiene por ti y siempre te ayudará con su patrocinio. Él te librará de la persecución del malvado y orgulloso Herodes, y no permitirá que tu corazón se separe de Jesús. ¡Ite ad Ioseph! Acude a José con extrema confianza, porque yo, como Santa Teresa de Ávila, no recuerdo haberle pedido nada a san…
«la devoción a San José es una de las gracias más selectas que Dios puede dar a un alma…Cuando Dios quiere elevar un alma a mayores alturas, la une a San José, dándole un fuerte amor por el santo bueno»
«El santo ejemplo de Jesucristo, quien, mientras estuvo en la tierra, honró tanto a San José y fue obediente a él durante su vida, debería ser suficiente para inflamar los corazones de todos con la devoción a este santo».
«Hay muchos santos a quienes Dios ha dado el poder para ayudarnos en las necesidades de la vida, pero el poder que se le ha dado a San José es ilimitado: se extiende a todas nuestras necesidades, y todos aquellos que lo invocan con confianza están seguros de ser escuchados»
«Tomé por mi abogado y señor al glorioso San José y me encomendé sinceramente a él; y descubrí que este mi padre y señor me libró tanto de este problema como de otros problemas mayores relacionados con mi honor y la pérdida de mi alma, y que me dio mayores bendiciones de las que podía pedirle».
«Ya que el matrimonio es el máximo consorcio y amistad —al que de por sí va unida la comunión de bienes— se sigue que, si Dios ha dado a José como esposo a la Virgen, se lo ha dado no sólo como compañero de vida, testigo de la virginidad y tutor de la honestidad, sino también para que participase, por medio del pacto conyugal, en la excelsa grandeza de ella. «
«Se trata, en efecto, de dos amores que representan conjuntamente el misterio de la Iglesia, virgen y esposa, la cual encuentra en el matrimonio de María y José su propio símbolo. «La virginidad y el celibato por el Reino de Dios no sólo no contradicen la dignidad del matrimonio, sino que la presuponen y la confirman.»
«El se impone entre todos por su augusta dignidad, dado que por disposición divina fue custodio y, en la creencia de los hombres, padre del Hijo de Dios. De donde se seguía que el Verbo de Dios se sometiera a José, le obedeciera y le diera aquel honor y aquella reverencia que los hijos deben a su propio padre»
«La comunión de vida entre José y Jesús nos lleva todavía a considerar el misterio de la encarnación precisamente bajo al aspecto de la humanidad de Cristo, instrumento eficaz de la divinidad en orden a la santificación de los hombres»
«Quien no hallare maestro que le enseñe a orar, tome a este glorioso Santo por maestro y no errará el camino. No quiera el Señor que haya yo errado atreviéndome a hablar de él; porque aunque publico que soy devota suya, en servirle y en imitarle siempre he fallado. Pues él hizo, como quien es, que yo pudiera levantarme y no estar tullida; y yo, como quien soy, usando mal de esta merced.»
«Y tomé por abogado y señor al glorioso san José y me encomendé mucho a él. Vi claro que, tanto de esta necesidad como de otras mayores, de perder la fama y el alma, este padre y señor mío me libró mejor de lo que yo lo sabía pedir. No me acuerdo hasta hoy de haberle suplicado nada que no me lo haya concedido»
«No he conocido persona que de veras le sea devota y haga particulares servicios que no la vea más aprovechada en la virtud, porque aprovecha en gran manera las almas que a él se encomiendan».
«La Escritura sabe que Jesús no ha nacido de la semilla de José, porque a él, preocupado por el origen de la gravidez de ella, se le ha dicho: es obra del Espíritu Santo. Y, no obstante, no se le quita la autoridad paterna, visto que se le ordena poner el nombre al niño».
«José, hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer, porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados»
«Las razones por las que el bienaventurado José debe ser considerado especial Patrono de la Iglesia, y por las que a su vez, la Iglesia espera muchísimo de su tutela y patrocinio, nacen principalmente del hecho de que él es el esposo de María y padre putativo de Jesús»
“José, a la vez que continúa protegiendo a la Iglesia, sigue amparando al Niño y a su madre, y nosotros también, amando a la Iglesia, continuamos amando al Niño y a su madre”
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