La doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio virginal de María y San José es la base de la tradición de que San José siempre fue virgen. De hecho, la tradición que afirma que San José fue perpetuamente virgen también afirma que San José, de una forma semejante a María, habría hecho un voto de virginidad a Dios en su juventud.
Tanto María como José habían hecho un voto de permanecer vírgenes todos los días de su vida; y Dios quiso que ellos se unieran con los lazos del matrimonio no porque se hubiesen arrepentido del voto que ya habían hecho, sino para confirmarlos en ese voto y para que se alentaran mutuamente a continuar en esa santa relación.
— San Francisco de Sales
De tal forma María le pertenecía a José y José a María, que su matrimonio era muy real porque se entregaron el uno al otro, pero ¿cómo pudieron hacerlo? He allí el triunfo de la pureza: recíprocamente ofrecieron su virginidad y además se otorgaron un derecho mutuo. ¿Qué derecho? El de salvaguardar la virtud del otro.
— San Pedro Julián Eymard
La idea de que San José era un viudo que llevó hijos de su primer matrimonio a su matrimonio con María, nunca ha formado parte de la doctrina oficial de la Iglesia Católica porque es opuesta a la tradición dominante de que San José fue permanentemente virgen. Es muy importante recalcar que la idea de que San José era un hombre previamente casado, viudo, padre de otros hijos engendrados con su primera esposa, así como la afirmación de que era un hombre ya mayor cuando se casó con María, se origina de fuentes apócrifas (no aprobadas). y no tiene otro sentido que querer justificar, de manera humana y no por la fe, la virginidad de María.
No se puede negar que algunos Padres de la Iglesia — especialmente en el Este — escribieron favorablemente que San José habría tenido un matrimonio previo e hijos. Sin embargo, esto de ninguna forma significa que la Iglesia acogió sus ideas o las promovió como una enseñanza oficial, al contrario: la tradición dominante en esta materia sostiene que San José no fue viudo sino virgen.
La constante tradición de la Iglesia sostiene que San José vivió una vida de castidad consagrada. Es muy posible que al igual que María no pensase en casarse, pero como humilde, piadoso, casto y, obediente devoto fue llamado a una misión que lo trascendía: Ser el casto esposo de la virgen María y obrar como padre del redentor en la tierra. Legal y amorosamente..
(…) Presentar a San José como un hombre virgen presupone que él era joven cuando se casó con María; lo suficientemente joven como para sacrificar sus potencias viriles. Un San José virgen transmite la imagen de un hombre joven que tuvo que exhibir una virtud heroica y sobrenatural para mantenerse virgen; ¡se esposó con la mujer más hermosa que pueda existir jamás! Un adulto entrado en años que se casa con una joven virgen no requiere ningún sacrificio puesto que su virilidad y pasión han disminuido. Por otro lado, un hombre fuerte, amoroso, juvenil y virgen habría necesitado hacer un tremendo sacrificio de mente, cuerpo, sentidos y corazón para esposarse con una mujer tan pura y encantadora.
El magisterio cree en su castidad
Los santos, místicos, eruditos de la Escritura y teólogos no son los únicos en afirmar la paternidad virginal de San José; varios papas en el siglo XX también lo han hecho.
El 26 de noviembre de 1906, el Santo Papa Pío X aprobó una oración invocando a San José como el padre virginal de Jesús, e incluso concedió una indulgencia a todos los que recitaran la oración, que dice:
Oh José, padre virginal de Jesús, purísimo esposo de la Virgen María, ruega por nosotros todos los días a Jesús, el Hijo de Dios, para que revestidos con las armas de su gracia, luchemos en la vida como debemos y seamos coronados por Él a la hora de la muerte.
Amén.
El 4 de mayo de 1979, el Santo Papa Pablo VI, hablando ante un grupo en Francia, afirmó que María y San José vivieron un matrimonio virginal, y llegó al grado de presentar una imagen de San José y María como los nuevos padres de la humanidad, un tipo de nuevo Adán y nueva Eva. Él dijo:
Mientras que Adán y Eva fueron la fuente de maldad que se desató en el mundo, José y María son el pináculo desde donde se esparce la santidad sobre la tierra. El Salvador comenzó la obra de salvación mediante esta virginal y santa unión.
Digno de la pureza inmaculada de María
La tradición católica siempre ha enseñado que el amor virginal de María por Dios era tan grande, que le consagró su cuerpo desde temprana edad a través de un voto de perpetua virginidad. María encomendó toda su persona a Dios y tenía absoluta confianza en el plan que Él tenía para su vida. Ella no deseaba nada en la vida más que hacer la voluntad de Dios. Su confianza en Él era tan grande, que confió en Él cuando la llevó a desposarse con un hombre, segura de que le habría elegido a alguien que amara realmente tanto a Dios como a ella y que por lo mismo respetaría su voto; un hombre que estuviese completamente dedicado al plan de Dios y protegiera su virginidad. Ella jamás dudó de Dios.
La Virgen (María) se ha desposado con el novio virginal (José). Sin embargo, ella, que se casó con José por obediencia a sus mayores, no teme por su virginidad bajo la protección de José. Habiendo puesto su confianza en Dios, delegó en un hombre la protección de su mayor tesoro. Ella, que anteriormente había dedicado la flor de su virginidad a Dios en una ceremonia solemne, no tenía ninguna duda de que tendría un esposo virgen.
— San Estanislao Papczyński
En San José Dios preparó un esposo, un guardián y un caballero para María. Tenía que ser así conforme al designio de Dios que no vino al mundo de ninguna otra manera más que a través del matrimonio de un hombre y una mujer que se mantuvieron vírgenes.
En San José, María experimentó un perfecto espejo y reflejo del amor de Dios por ella. Cuando María conoció a San José, ella supo que Dios lo había elegido para ser su amoroso (y amado) esposo. Confiando en el plan de Dios, se enamoró de San José y le dio su corazón. El cuerpo de María estaba reservado para Dios, pero tenía la libertad de darle su corazón a San José, el único hombre digno de ella, el único hombre que reflejaba perfectamente el amor puro de Dios.
En la virtuosa virilidad de San José, María experimentó pureza, castidad, modestia y amor sacrificial. El corazón y el cuerpo de María estaban seguros en el amor conyugal de San José. Él es un espejo de la pureza de Dios Padre. Como el Padre engendra eternamente un Hijo sin la unión física con otra persona, San José es padre de un Hijo sin la unión física con María. El matrimonio virginal de San José y María engendró maternidad espiritual, paternidad espiritual y fecundidad virginal.
Los santos sostienen la virginidad de san José
Las más extraordinarias mentes teológicas de toda la cristiandad han alabado la paternidad virginal de San José:
Un hijo nació de la Virgen María a la piedad y amor de José, y ese hijo fue el Hijo de Dios. ¿No debería, pues, el esposo aceptar virginalmente lo que la esposa dio a luz virginalmente? Porque, así como ella era una esposa virgen, así también él era un esposo virgen; así como ella era una madre virgen, así también él era un padre virgen. Por lo tanto, el que diga que “no debió haber sido llamado padre porque no engendró ningún hijo,” está mirando la concupiscencia en la procreación de los hijos, no los íntimos sentimiento del amor. Que su mayor pureza confirme su paternidad; que la Santísima María no nos reprenda, porque ella no deseaba anteponer su nombre al de su esposo, sino que dijo: “Tu padre y yo te hemos buscado con angustia”. En consecuencia, que ningún murmurador perverso haga lo que la esposa virginal no hizo. Así como era un esposo virginal también era un padre virginal. Así como era el hombre así también era la mujer. El Espíritu Santo, reposando en la justicia de ambos, les dio a los dos un Hijo.
— San Agustín
José también fue virgen a través de María para que de un matrimonio virginal pudiese nacer un Hijo virginal.
— San Jerónimo
Creo que este hombre, San José, estuvo adornado con la más pura virginidad, la más profunda humildad, el más ardiente amor y caridad hacia Dios.
— San Bernardino de Siena
Con el objeto de aumentar y apoyar la virginidad de María, el Padre Eterno le dio un compañero virgen, el gran San José.
— San Francisco de Sales
Él (San José) era virgen, y su virginidad fue el espejo fiel de la virginidad de María.
— San Juan Henry Newman
Santo Tomás también creía que San José era virgen. El Doctor angélico ofrece una reflexión adicional sobre la paternidad virginal de San José, progresando en el conocimiento de que era lo más apropiado que Jesús confiara su Madre virgen a un esposo virgen, ya que la Madre virgen posteriormente sería confiada a un apóstol virgen (San Juan Apóstol) al pie de la Cruz. Santo Tomás escribe:
Creemos que, así como la Madre de Jesús era virgen, así también José, porque Él (Dios) puso a la Virgen bajo los cuidados de un virgen (San Juan Apóstol), y así como Él lo hizo al final (en la Cruz), así lo hizo al principio (en el desposorio de María y José).
El razonamiento de Santo Tomás de Aquino tiene sentido. Si tú fueras Dios, ¿no le encargarías a tu Madre a una persona virgen? ¿No querías que tu Madre fuese protegida y honrada por un hombre absolutamente puro, casto, y un perfecto reflejo del amor de Dios? ¡Por supuesto que sí! San Alberto el Grande también lo pensaba. Él escribió:
Como esposo virginal, él (San José) protegió a su virginal esposa
Fuente: Selección de parrafos extraídos de la obra:
